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La revelación yoga de Lili Barbery-Coulon

De detractora a los deportes a adicta al yoga. ¡Descubre cómo la blogger Lili Barbery-Coulon se ha lanzado al vacío!

¿Quién es Lili ?

Antigua redactora de belleza de la revista Vogue, responsable de la actualidad de belleza en  M, Le Magazine du Monde desde hace 4 años,  Lili Barbery-Coulon ha dejado la prensa escrita para ocuparse de su blog dedicado a la belleza, al bienestar y al arte de vivir donde comparte cada día su lifestyle y sus flechazos: lilibarbery.com

 

"Siempre he detestado el esfuerzo físico. Cada vez que alguien me decía que "no podía pasar" sin su sesión de giimnasio o piscina, me preguntaba de qué planeta venían o si eran masoquistas. A pesar de mis esfuerzos por encontrar una actividad que me gustara, el deporte seguía siendo sinónimo de sufrimiento y de tiempo perdido".

Lo inesperado de la esterilla

En septiembre de 2016, una de mis amigas me convenció para acompañarla a su clase de yoga kundalini. Me habían dicho que el yoga movilizaba mucho la parte baja de la columna vertebral donde tenía dolores crónicos, y que cantaríamos mantras en sanscrito, lo cual no me tranquilizaba en absoluto. Sin embargo, sucedió lo ineseperado. Por primera vez en mi vida, conseguí desconectar mi mente. Concentrada en los movimientos dinámicos de las posturas, prestando atención a los ojos cerrados y al punto entre las cejas y mi respiración, no tuve tiempo de pensar en mi to do list ni en mis problemas. Durante una hora entera, simplemente había estado presente en mi misma.  Recuerdo la sensación de bienestar a la salida de la clase, una sensación de flotar, pero sobre todo una sensación de seguridad. Intrigada, volví a clase, observando con el trascurso de las sesiones los beneficios para mi cuerpo.

Hacia mi silencio interior

Se acabaron los dolores lumbares y el insomnio. No más picoteo intempestivo y picos de estres. Rápidamente, saqué tiempo para ir dos veces a la semana, un logro debido a mi agenda. En enero de 2017, pasé a 3 sesiones. Incluso me sorprendí a mi misma practicando yo sola y repitiendo algunos movimientos encadenados.  Mis allegados notaron inmediatamente la transformación de mi cuerpo. Pero el verdadero cambio ocurrió en mi cabeza: el yoga me permitió entrar en contacto con una fuente inagotable de alegría.

Una zona que brilla en nuestro interior y a la que solo hace falta estimular un poco para aumentar la creatividad y la autoestima. Descubriendo mi silencio interior, mis pensamientos se volvieron más claros y mi intuición se multiplicó. Hoy, ya no considero el yoga como un deporte. Es una enseñanza permanente que me ayuda a aceptar la realidad y a a adaptarme a los cambios. 

Ahora formo parte del clubr de « no puedo pasar sin ir».

¿Y tú?¿Eres más bien adicto al deporte o antideportivo? ¡Compártelo en comentario!

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